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Frases que llevan promesas implícitas



¿Jamás has pensado en qué palabras salen de tu boca? ¡Bienvenido al club! Porque yo la cago y después reflexiono acerca de lo que dije.

Las palabras. Si tan solo nos detuviéramos unos 5 minutos diariamente a pensar cuántas cosas salen de nuestra boca y el efecto que ejercen en nuestro entorno, entonces el mundo cambiaría un poquitito si se hace reflexión sobre ello.

Ve, te recordaré solo unas pocas palabras o frases que dices a diario:

·         Puta.
·         Marico.
·         ¡Qué loca!
·         Mardito Maduro. (Ruego a todos los santos que no me metas preso por crimen de odio, convive camionetero -con el respeto de estos-)

Bien, ya está claro que podemos decir cosas sin darnos cuenta dónde queda insertado el veneno cuando las decimos. Sin embargo, la crueldad más grande ocurre cuando prometemos algo sin prometerlo directamente, creyendo que el otro no se da cuenta de que es una promesa lo que estamos haciendo aunque de momentos ni sepamos que estamos prometiéndole algo a alguien. (¡Qué trabalenguas! ¿Cierto?)

Bueno, la cuestión es que por lo general prometemos cosas sin darnos cuenta y este post está dedicado a ti, que has sufrido el no-cumplimiento de alguna de esas promesas no-promesas que te hayan hecho. Y si resulta que consideras que tengo razón en algo (cosa que es poco probable) o te identificas con algo de lo que diré, compárteselo a la persona que te hizo una promesa no-promesa, y te aseguro que incluso esa persona se lo compartirá a otra y así sucesivamente, porque a todos, a absolutamente todos nos han jugado sucio alguna vez con una promesa no cumplida.

Escogí solo 7 frases por siete personas protagonistas, cada una de una promesa. Estoy seguro que existen miles más. Son siete promesas que –casual y solo casualmente– me hicieron a mí también y jamás me cumplieron. Gracias por no hacerlo, porque pude comprender mejor el valor de la palabra.



***
I
“TE QUIERO”

Sabía de su existencia y sin embargo, no fue hasta que comenzamos a hablar que la bomba explotó. Y juro que yo intenté no provocar la explosión pero me fue imposible. Solo mostré mi personalidad con total y absoluta sinceridad. Y supuse que de su parte hacía lo mismo. Probablemente no fue así. Él no lo sabía, pero yo ya lo quería.

— ¡Qué estúpida! ¿De verdad me enamoré en un mes?

Por supuesto, sabía que no le diría lo que sentía —o lo que yo creía que sentía— porque pensaría que estaba loca y desesperada por un hombre y (aunque era verdad) no quería demostrarle eso.

Por fortuna, él lo dijo primero que yo, y más rápido de lo que yo pensé, cosa que me aterrorizó.

 Te quiero.

— ¿Me quieres? —pregunté, incrédula. ¡Es que no había pasado un mes para tal afirmación!

— Sí.

— ¿Y de verdad sabes lo que implica eso diciéndolo aun sin ser novios pero en planes de ello?

— Supongo…

— Siempre es malo suponer.

Y yo tenía razón: supuso mal. Nunca fuimos novios, jamás se decidía. Sé que los cambios son imposibles de detener pero no puedes ir simplemente por la vida diciéndole a Raquel Y Todo Aquel que le quieres, cuando no es así.  Cuando quieres a alguien no le abandonas así de feo, no le haces a un lado y le dejas en segundo plano o en espera. Sencillamente no.

— V



***
II
“CUANDO PASES DE GRADO”

Juro que me aprendí hasta la maldita tabla del 9. Sabía dividir de dos cifras. Agarraba dictado rápidamente y mi rendimiento había subido considerablemente. Ya hasta no me daban ganas de hacer maldades, de portarme mal. Me ponía a pensar en mi futura bicicleta y todo se me pasaba. La imaginaba azul metalizado, con rines de aluminio, y un cuadro cromado como ningún otro. Hasta logré sentirme orgulloso de mí en un momento. Me sorprendí de lo que podía llegar a hacer. O de lo que la gente podía hacer por el dinero. O por promesas.

—Ya sabes, cuando pases para quinto te compraremos una bici. Pero tienes que estudiar porque si no estudias no hay premio. ¿Comprendes?

—Sí, sí, sí.

Y pasé a quinto grado, a sexto. Entré al bachillerato y salí de él. Incluso, solo me falta un semestre para graduarme y aún sigo esperando la bicicleta que tanto quería, malditos mentirosos. Todo fue un engaño para que estudiara, ¿cierto? Les quedó de maravilla. Supongo que también lo hicieron con ustedes, ¿no? ¡Y claro! A hacérselo a la siguiente generación, y a la siguiente, y a la siguiente y a la siguiente…

— L 



***
III
“ME GUSTAS”

Sucedió cuando menos lo esperé. Se suponía que sí, que íbamos por buen camino, pero gustarme gustarme no. No me gustaba completamente. Es que, ¿en serio? ¿De verdad podría yo gustarle en dos semanas? ¿Qué significa realmente un “me gustas” a dos semanas de estar saliendo? ¡Parecía casi imposible! Pero lo dijo, no eran alucinaciones mías.

Me gustas.

Y yo solo había respondido con un doble check azul. ¿Qué podía decirle? ¿Que yo no le creía ni un poco su “me gustas”? Porque es que no se lo creía, aunque sabía que podía ser cierto, yo no lo creí.

No había pasado un mes cuando ya él había desaparecido. Simplemente un “Lo siento, no podemos continuar con esto” había acabado todo. Era como si con eso ya todo estuviera dicho. Y aunque al principio me rehusé, pataleé y pedí explicaciones, sabía que un “me gustas” a las dos semanas, no podía ser un buen presagio para el establecimiento de una relación “seria”.  

    J



***
IV
“TE DEBO EL REGALO”

¡NO MARDITA NEGRA RANCIA CURTÍA!  Ningún “te debo el regalo”. Dime, ¿Qué significa para ti el “te debo el regalo”? ¿Significa que me lo vas a dar mañana? ¿O pasado? ¿Significa que consideraste muy poco lo que ibas a gastar en mí y ahora comprarás algo más costoso?

Yo, divina, pintándome los labios cuando una de mis “mejores amigas” me petrifica diciéndome que me “debe” el regalo. ¡Mi labial se quebrajó enseguida! ¿Cómo era posible?

Y mis familiares. Ellos fueron los peores. ¿Qué les da derecho a no darme regalo? ¿Creen que porque son familiares de la cumpleañera su regalo está exonerado? ¡Pues no!

Es que si me dieran todos los regalos que me deben, en mi casa no cabrían, del montón de cosas que ustedes me deben año tras año.

Y es que llegan. Uno a uno, te van felicitando y es justo en ese momento que te clavan el puñal.

­­—Te debo el regalo.

Como si diciéndolo al momento de felicitarme amortiguara el dolor. O la arrechera.

     ­­J


***
V
“QUIERO QUE SEA DISTINTO CONTIGO”

Sabía que él era un perro. Realmente eso no me preocupaba. O quizás un poco. Bueno, al menos sabía que siempre tenía que estar atento a que me pudiese ser infiel. ¡Pero si ni siquiera éramos novios! Bueno, yo pensé que lo seríamos. Y me equivoqué, como siempre.

Cuando lo conocí, no tenía novio, ni él ni yo. Éramos amigos, o al menos conocidos y al menos nos saludábamos.

Cuando decidí escribirle lo hice de manera amistosa, pero poco a poco la conversa fue tornándose distinta.

— ¿Qué estás diciendo? ¿Tú y yo? Jajaja, eso sería muy extraño.

—Extraño. Sí.

No pasaron diez minutos cuando me había escrito.

—Me espabilaste. No puedo dormir.

— ¿Por qué?

—Porque no te había visto de esa manera.

—Olvida eso. —dije

—Sería muy loco.

Pero ese día hasta me gané una cita para el domingo. Sabía que cualquier cosa podía pasar y sin embargo, no me preparé para nada más allá.

Ese domingo me hizo suyo. Supongo que tuvimos sexo porque no creo que el amor se haga en la primera cita. Yo, sin embargo, acepté a su petición. Había sido sutil, pero sabía que para él había significado solo eso: sexo. Y en parte para mí también, o al menos me quise convencer de eso.
Muchos días más me citó. Muchos días más fui suyo.

Sabía yo muy en el fondo que para él yo era de momentos, para un ratico, para una hora en una cama y ya. Él jamás notó mi sonrisa cuando lo hacía acabar.

Un día, mientras dormía, le tocaba el cabello. Se despertó, lanzó mi mano a un lado y supe que no existiría nunca más proximidad entre los dos.  Desde ese día no me llamó más, no me citó más, no me buscó más.

Aun cuando había prometido “Quiero que contigo sea distinto” justo antes de cogerme por primera vez.

    A


***
VI
“CUANDO SEAS MAYOR DE EDAD”

Si tus padres jamás te dijeron esto, es, pues, porque eres un santo y sufres de algún síndrome.

De seguro que de pequeño (y más de adolescentes) no podías hacer nada que estuviera levemente “prohibido” porque enseguida saltaban tus padres con un amenazante “cuando seas mayor de edad” cada… cinco segundos.

Quiero hacerme un piercing

“Cuando seas mayor de edad”

Quiero hacerme un tatuaje

“Cuando seas mayor de edad”

Quiero…

“Cuando seas mayor de edad”

Quie…

“Cuando seas mayor de edad”

Voy a llegar tarde de la fiesta. (Y ya saben qué respuesta)

Entonces cumples la mayoría de edad y la sentencia cambia.

NO LLEGARÉ HOOYYY.

“Cuando seas… EN ESTA CASA MANDO YO, MIENTRAS VIVAS BAJO MI TECHO HACES LO QUE ME DA LA GANA”

    C



***
VII
“POR SIEMPRE”

Yo siempre estuve consciente de que nada era para siempre, de que todo mutaba, o de que al menos todo se transformaba, pero cuando lo conocí las cosas cambiaron radicalmente. Fue como si hubiera llegado para derrumbar las paredes de todo lo que yo tenía preconcebido como una “relación” estable. Y poco a poco las cosas fueron cambiando, y yo ya creía en los “y vivieron felices para siempre”. Imagínense eso.

Mis amigos y familiares se quedaban en silencio cuando me oían hablar, y no entendía por qué. 
Pasado el tiempo comprendí que me veían  como un imbécil que creía que las cosas no se terminaban nunca.

Pero es que él… Bueno, se suponía que íbamos a durar para siempre, ¿no? Se suponía que siempre ibas a estar para mí, mi amorcito. Se suponía que me sostendrías cuando cayera en lugar de reírte de ello. Y te reíste. Y te burlaste. Y me engañaste.

No se imaginan cuánto lo amé, cuánto lo quise, y cuánto, en parte, sigue viviendo en mí. Es extraño, porque aunque sé que si estuviéramos juntos nos haríamos daño, yo lo quiero aquí. Conmigo.
No me hablen ustedes de amor si jamás han abrazado a la persona que aman pidiéndole a Dios “Que no me falte nunca, Diosito, por favor te lo pido”. Porque yo lo hice. Y no funcionó.

    K




Alfredo,
septiembre 11, 2017 

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