El silencio también es una respuesta
Tal vez la más clara de todas. Mis caléndulas no inyectan beneficio a este cuerpo que envejece, grita y llora. Y todo ha sido un castillo de arena, caos y palabras, que riman consonante al sentimiento que se hundió. ¿No lo ves? Es como la lógica del jankenpón; la piedra no pudo nunca vencer al papel. Porque es pura fantasía la relación que tengo conmigo. Cada segundo nos vamos pintando y pintando, mientras nuestra personalidad se va quemando, porque cada día soy otro y nunca una estrella duró para siempre. Cambiando de camino a cada instante, hilarante, sonriente. Estando cara a cara a mis sueños sin cumplir y caminando hacia el peligro de olvidar quién soy, de dónde vengo, a dónde voy, de olvidar que el que quiere estar de a ratos te demuestra simplemente que no quiere, de olvidar que las manos temblarán cuando corte alguna flor, porque caer a pedazos no cuesta nada cuando sientes vergüenza de ser embustero, porque siempre espero esas palabras, para ajustar mi espacio carente, esas palabras marchitas que el tiempo nos regala, quita y vende. Y me gustaría ignorar que la filosofía olvida siempre mi querer, dándome silencio puro y frío, a veces cálido y otras tantas de color negro alquitrán. Entonces me digo «sí, tal vez el silencio es la más clara respuesta de todas».
Alfredo.
Febrero 7. 2020.
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