Ir al contenido principal

Entradas

Mostrando entradas de 2017

7 versos para él

I Y qué importa ser dueño ahora del error De la mentira Del engaño y del dolor Qué importa ser partícipe de tu juego O del mío O del fuego ¿Importa siquiera quien dio la puñalada primero? Qué importa si fui yo Si fuiste tú O ambos Qué importa si llora un niño O llora el cielo Si siempre estarás aquí Y yo allí Bajo el mismo cielo Donde dos almas se condenan a vivir separadas Para siempre Pero sin dolor. II Cielo e infierno Agua y aceite Norte y sur Tristeza y deleite Yo junto a él Él junto a mí Sin besos de pez Sin momento feliz Volcán y mar abierto Huracán y mariposa Como un seco desierto Fue nuestra vida amorosa III Caigo a pedazos Me derrumbo y lloro Como si mi vida fuese un retazo Tu presencia añoro Tu olor Tu dolor Tu poco pudor Porque te fuiste sin regreso Te fuiste sin haber estado Te fuiste y me dejaste preso Te fuiste hasta su lado IV Lo siento

50 maneras de dejar a tu enamorado

— El problema está todo en tu cabeza —me dijo—. La respuesta es fácil si lo tomas con lógica. — ¿Lógica? —le pregunté, casi con incredulidad.   — Sí. No respondí. En medio de mi incredulidad solo me detuve a pensar en esa palabra. «Lógica…». Al notar que no seguiría yo la conversación, habló: — ¿Cómo te sientes? Mi silencio respondió. ¿De verdad él me estaba preguntando eso? ¿Precisamente él? Al cabo de unos segundos, me obligué a responderle, porque ya no me podía seguir escondiendo de mi realidad. — ¿Crees que soy débil, no? Se limitó a mirarme. Su mirada era totalmente inexpresiva, pero por más que yo buscaba en su mirada algún sentimiento (odio, dolor, rencor, lástima), no encontré más que sus vastos ojos color café. Al final, como si en los segundos que tardó en responder hubiera meditado qué palabras utilizar y cómo decirlas, me dijo:    — Me gustaría ayudarte en tu lucha por ser libre. Debe haber cincuenta maneras de dejar a tu amante. — ¿A

Frases que llevan promesas implícitas

¿Jamás has pensado en qué palabras salen de tu boca? ¡Bienvenido al club! Porque yo la cago y después reflexiono acerca de lo que dije. Las palabras. Si tan solo nos detuviéramos unos 5 minutos diariamente a pensar cuántas cosas salen de nuestra boca y el efecto que ejercen en nuestro entorno, entonces el mundo cambiaría un poquitito si se hace reflexión sobre ello. Ve, te recordaré solo unas pocas palabras o frases que dices a diario: ·          Puta. ·          Marico. ·          ¡Qué loca! ·          Mardito Maduro. (Ruego a todos los santos que no me metas preso por crimen de odio, convive camionetero -con el respeto de estos-) Bien, ya está claro que podemos decir cosas sin darnos cuenta dónde queda insertado el veneno cuando las decimos. Sin embargo, la crueldad más grande ocurre cuando prometemos algo sin prometerlo directamente, creyendo que el otro no se da cuenta de que es una promesa lo que estamos haciendo aunque de momentos ni sepamos que estamos

Carta a una manzana podrida

Me resulta patético que existas. El simple hecho de que respires me es torturante, puesto que en cada voluta de humo que emana la basura al ser quemada, estás. Más patético resulta que creas puedes tener a quien quieras a tus pies. Infantil. No, infantil no, la infancia es algo que de seguro no viviste, es por eso que crees puedes jugar con las personas. Y por supuesto, conmigo no lo harás. De hecho, nunca lo has hecho. ¿De verdad crees que clavaste un puñal en mi corazón? ¡Já! ¡Imposible! ¡No tengo! Cuando algún día tenga uno, te invitaré a que vengas a romperlo y a hacerlo añicos cuando gustes, pero como sé que no soy una persona digna de poseer corazón, te quedarás, lastimosamente, con las ganas de herirme. Quiero sentir halago al creer que tu cerebro no pudo deducir qué era cierto y qué no. Aunque bueno, jamás pensé que tuvieses cerebro. De antemano me disculpo: te subestimé al pensar que tenías el cerebro del tamaño de un maní. Y resulta que es del tamaño de una cuc

Ella no es una chica como cualquier otra

Ella no es una chica como cualquier otra. Ella realmente es diferente, significativa, especial, de esas que en el segundo que la conoces sabes que jamás encontrarás otra igual. Pero tenía los problemas que quizás cualquier otra chica pudiese tener: se enamoró perdidamente, resignándose a no esperar algo a cambio. Se enamoró tan fuerte que por mucho tiempo en su cerebro no cupo un pensamiento que no lo involucrara a él. *** Al principio, todo parecía una utopía, una dulce utopía. Le parecía imposible que él gustara de ella. No lo veía a diario, así que creyó que la casualidad de tenerlo en su vida desaparecía pronto, simplemente sería, como muchos otros pensamientos inalcanzables, algo pasajero en su vida —o al menos eso quiso hacerle creer a su mente—. Cuando lo veía, sentía una extraña conexión —pensó que lo mismo sentía él—, no eran mariposas sino algo probablemente más básico (o menos básico) puesto que sentía complicidad al verlo a los ojos. Eso: simple complicidad. Tenía