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Mostrando entradas de 2018

ESPACIO

« Espacio» según una de las definiciones que le da la Real Academia Española (RAE) a esa palabra es «porción de tiempo». ¿Pero necesitamos solo una porción cuando queremos alejarnos de todo? No sé si la gente al final de todo, lo único que le gusta es atribuirle lo que le sucede a su edad. Como si las crisis estuvieran aprisionadas en una burbuja de tiempo que tenemos que atravesar al transcurrir de los años. «La crisis de los 21», «La crisis de los 30», «La crisis de los 40». La crisis, la crisis, la crisis. ¿Y si lo que muy en el fondo no queremos es admitir la existencia de mordiscos arraigados en nuestros hombros? ¿Y si lo que quieres es simplemente una caricia de madrugada? ¿Y si lo que quería era que me desnudaras cuando yo cerraba los ojos y te contaba de mi vida mientras te quedabas en silencio? ¿Qué pasa si lo que necesitaba era que calmaras esta necesidad que tienen mis dedos de seguirte a todas partes? ¿Está entonces condenado querer crear un mapa donde las coordena

Agua salada

Es esta dolorosa sensación. Es el sentimiento que viene después de cada pensamiento, después de cada recuerdo, de cada cigarrillo evaporado, esa sensación que mi cuerpo expresa con cada canción, segundos antes de dormir. Es cada lágrima que sueltan mis ojos a diario, como lo hacen ahora. Cada verso que leo, cada sombra que miro, cada historia que observo en las calles. ¿Y mi felicidad dónde está? Mis oídos se cansan cada día más de oír que primero se es feliz con uno mismo, pero, ¿cómo ser feliz con algo que desprecio? Nunca me he visto como he querido verme. Nunca he querido como siempre quise querer, ni me han querido como quisiera. Y mis pies se cuartean, mis pasos disminuyen la velocidad, y entonces me detengo, veo mis pies o los dedos de mis manos y nada es como durante toda mi vida quise que fuera. Pero mis fuerzas ceden, y aunque la marea sube a mis labios, solo me quedo de pie, sin mover célula alguna de mi cuerpo, cual estatua marchita, cual flor sin dolor. Me doy cuenta en

El chico de las buenas palabras

Se conocieron de la manera más básica de todas: un día él pasó caminando frente a ella y le sonrió como si la conociera de toda la vida, o al menos, eso imaginó ella. Al cabo de unos minutos, ya tenían el número telefónico el uno del otro. « Estoy aquí » ­ escribió ella. «Estoy aquí» respondió él. No quiso parecer acosadora y no lo molestó más por el resto del día, pero, a ver, ¿por qué hizo eso? ¿Por qué no le preguntó todas las cosas que quería? ¿Por qué dejó de hacer «esto» para no parecer «aquello»? Porque claro, todos mostramos siempre lo que queremos que otros vean, no lo que realmente somos, y quizá ese sea el motivo de tantos fracasos. Aunque, por supuesto, no quería resultar acosadora. Pronto reconoció que a ella también le hubiera resultado patética y melancólicamente dramático descubrir que él estaba desesperado por recibir amor. Porque ella estaba realmente desesperada por ser querida. Se obligó a actuar como una persona decente y al final, suspiró. — Hola,

Como se enamoran los hombres

Cuando  lo conoció, antes de siquiera saber su nombre, su mirada le resultó acogedora, es decir, se sintió invadido por él, pero por supuesto, eso no podía ser cierto, porque se notaba a kilómetros que aquel chico gustaba de mujeres, y no de hombres, como el protagonista de esta historia. En cuestión de segundos ya sabía su nombre y por qué estaba plantado en la puerta de su casa. — Buenas tardes — dij o Ángel — ¿Buscas a alguien? — Hola, no, bueno, vine con tu tía. — respondió Daniel con una sonrisa que descontroló a Ángel. Sup o que se encontraba ahí porque ayudaría a su tía en un trabajo de construcción por unas semanas. Notaba que de momentos lo veía de reojo y eso le inquietaba, pero se deshizo de esos pensamientos. Daniel podía incluso tener novia o hijos. Ángel era un simple estudiante universitario. *** Pasad os unos días, no podía pasar un día fuera de casa de su tía, se había convertido casi en un ritual ver a Daniel. Lo observaba comer, fumando, vien

Hacer cambios es para valientes

Cuando sabes que tienes que hacer un cambio, la sangre se te enfría.  ¿Has experimentado esta sensación? Comenzar a caminar por la izquierda no es fácil, cuando tenías la costumbre de caminar por la derecha, o al menos,  en ocasiones, resulta incómodo el cambio, ¿por qué? Desde mi punto de vista, supone un nuevo comienzo cada cambio que hacemos, y cada comienzo siempre es “kind of temible ” porque tenemos que realizar cosas que nunca habíamos hecho, que pensamos que jamás haríamos, o que definitivamente no eran parte de nuestros gustos. Y cuando ejecutamos esas acciones, estamos a la expectativa del Error-Acierto que vendrá, porque eso sí tienen los cambios, que nunca sabes el resultado exacto de lo que pasará luego, y aunque resultaría aburrido saber siempre qué pasará si hago esto o aquello, estar acostumbrado a saber qué pasará nos da una sensación de seguridad, ¿o no? Sí, hay que admitirlo, se siente bien, pero cambiar te puede traer muchas nuevas sensaciones, y muy pr