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El silencio también es una respuesta

El silencio también es una respuesta Tal vez la más clara de todas. Mis caléndulas no inyectan beneficio a este cuerpo que envejece, grita y llora. Y todo ha sido un castillo de arena, caos y palabras, que riman consonante al sentimiento que se hundió. ¿No lo ves? Es como la lógica del jankenpón; la piedra no pudo nunca vencer al papel. Porque es pura fantasía la relación que tengo conmigo. Cada segundo nos vamos pintando y pintando, mientras nuestra personalidad se va quemando, porque cada día soy otro y nunca una estrella duró para siempre. Cambiando de camino a cada instante, hilarante, sonriente. Estando cara a cara a mis sueños sin cumplir y caminando hacia el peligro de olvidar quién soy, de dónde vengo, a dónde voy, de olvidar que el que quiere estar de a ratos te demuestra simplemente que no quiere, de olvidar que las manos temblarán cuando corte alguna flor, porque caer a pedazos no cuesta nada cuando sientes vergüenza de ser embustero, porque siempre espero esas palabra
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¿TODAVÍA QUIERES UN VASO DE LECHE? ( Una pequeña historia de terror )

Un vaso de leche El calor de las llamas se expandió por toda mi piel al lanzar un pedazo de madera a la candela. No era molestoso, de hecho, me gustaba ser el encargado de que no se apagara por completo el fuego. Estábamos a unos cinco metros de distancia de las llamas, así que cuando   volví a unirme al círculo que habíamos formado, pude ver mucho mejor las caras de todos. Mi hermana, su novio, mi abuela, mi mamá y su bebé, una tía, mi hermano menor, dos amigas vecinas y a mi lado, nuestro perrito, Hitler. Estábamos todos sentados formando un círculo perfecto en el patio trasero de la casa. La electricidad se había ido no solo en mi casa, sino también en casi todo el país. Era el momento perfecto para contar historias de terror. Mis favoritas. Desde mi derecha hasta llegar a donde estaba yo oí muchas de las más aterradoras historias que jamás creí escuchar. Supe que ninguno dijo mentiras por sus maneras de hablar y sus miradas perdidas al momento de contar cada historia. Cad

Almas gemelas

— ¿Crees en las almas gemelas? — No… No solo no creo en ellas. Ni siquiera es buena idea. — ¿No es buena idea? — El que solamente haya una persona ahí fuera, para ti… ¿Qué probabilidad hay de que esa persona viva en el mismo país o en la misma ciudad y que sus caminos se crucen? Significaría que casi todo el mundo está con la persona equivocada… Si es para decir “estamos bien juntos”, ¿por qué no decir “estamos bien juntos”? Pero, si te refieres literalmen… — ¿Tú crees que por ahí hay gente mejor para ti? — Podría ser. Para ambos. Pero como no los conocemos es solo una teoría. — Sí, es… una idea sentimental… las matemáticas no cuadran… pero, estamos junto al fuego, bajo el cielo… ¿no podrías haber dicho que sí? — Es lo que tu alma gemela hubiera hecho. Diciembre 25, 2018. 5:52pm. Quiero contarte una historia, sobre un hombre. Mientras que todos sonreían y bebían, él solo caminaba, hasta llegar al mismo punto, donde se sentaba de espalda a

Maldición

Todos hablan, hablan y hablan, justo cuando más quiero que se callen,  cuando menos quiero oírlos, cuando más quiero no escuchar, todos me dicen que pierdo mi tiempo, que desaprovecho mi vida, que no hay salida por esta calle que voy, y me desespero, entro en pánico, las manos me tiemblan y mi frente suda, pero yo no me detengo y sigo, porque la salida la tengo que encontrar, aunque me cueste la vida, aunque tenga que matar. Es justo en ese momento en que siento la necesidad de parar, pero me recuerdo que no le temo al camino, que desde siempre, que desde que te conocí supe que es como una maldición, que eras huracán, que me persigue, y del cual tengo que huir, y por una milésima de tiempo siento que tengo que gritar tu nombre, pero si te nombro, lo confirmo, confirmo mi pena. Pena que no tiene fin. Y aun cuando todos pretenden ignorar, cuando creen que no sé lo que pasa, cuando creen que debo darme cuenta yo, sé muy en el fondo que todos saben qué es lo que pasa, pero ninguno qui

ESPACIO

« Espacio» según una de las definiciones que le da la Real Academia Española (RAE) a esa palabra es «porción de tiempo». ¿Pero necesitamos solo una porción cuando queremos alejarnos de todo? No sé si la gente al final de todo, lo único que le gusta es atribuirle lo que le sucede a su edad. Como si las crisis estuvieran aprisionadas en una burbuja de tiempo que tenemos que atravesar al transcurrir de los años. «La crisis de los 21», «La crisis de los 30», «La crisis de los 40». La crisis, la crisis, la crisis. ¿Y si lo que muy en el fondo no queremos es admitir la existencia de mordiscos arraigados en nuestros hombros? ¿Y si lo que quieres es simplemente una caricia de madrugada? ¿Y si lo que quería era que me desnudaras cuando yo cerraba los ojos y te contaba de mi vida mientras te quedabas en silencio? ¿Qué pasa si lo que necesitaba era que calmaras esta necesidad que tienen mis dedos de seguirte a todas partes? ¿Está entonces condenado querer crear un mapa donde las coordena

Agua salada

Es esta dolorosa sensación. Es el sentimiento que viene después de cada pensamiento, después de cada recuerdo, de cada cigarrillo evaporado, esa sensación que mi cuerpo expresa con cada canción, segundos antes de dormir. Es cada lágrima que sueltan mis ojos a diario, como lo hacen ahora. Cada verso que leo, cada sombra que miro, cada historia que observo en las calles. ¿Y mi felicidad dónde está? Mis oídos se cansan cada día más de oír que primero se es feliz con uno mismo, pero, ¿cómo ser feliz con algo que desprecio? Nunca me he visto como he querido verme. Nunca he querido como siempre quise querer, ni me han querido como quisiera. Y mis pies se cuartean, mis pasos disminuyen la velocidad, y entonces me detengo, veo mis pies o los dedos de mis manos y nada es como durante toda mi vida quise que fuera. Pero mis fuerzas ceden, y aunque la marea sube a mis labios, solo me quedo de pie, sin mover célula alguna de mi cuerpo, cual estatua marchita, cual flor sin dolor. Me doy cuenta en

El chico de las buenas palabras

Se conocieron de la manera más básica de todas: un día él pasó caminando frente a ella y le sonrió como si la conociera de toda la vida, o al menos, eso imaginó ella. Al cabo de unos minutos, ya tenían el número telefónico el uno del otro. « Estoy aquí » ­ escribió ella. «Estoy aquí» respondió él. No quiso parecer acosadora y no lo molestó más por el resto del día, pero, a ver, ¿por qué hizo eso? ¿Por qué no le preguntó todas las cosas que quería? ¿Por qué dejó de hacer «esto» para no parecer «aquello»? Porque claro, todos mostramos siempre lo que queremos que otros vean, no lo que realmente somos, y quizá ese sea el motivo de tantos fracasos. Aunque, por supuesto, no quería resultar acosadora. Pronto reconoció que a ella también le hubiera resultado patética y melancólicamente dramático descubrir que él estaba desesperado por recibir amor. Porque ella estaba realmente desesperada por ser querida. Se obligó a actuar como una persona decente y al final, suspiró. — Hola,